32-En la carne.
Daniel se encontraba tirado en su catre. Meditaba sobre muy diversos temas. El futuro, la rebelión, la ética en todo eso, el limite de lo moral, sus sentimientos, Valentina. En ese orden iba la sucesión de pensamientos. Lo que Valentina significaba para el, era siempre su destino final de elucubraciones. Mil veces se repetía que le gustaría hacer algo al respecto, siempre cayendo en la cuenta sobre su situación actual. Estaban en guerra, no había posibilidades para nada de lo que Daniel deseaba. Veía a Valentina como una mujer dura, encallecida por tanta lucha, sin mostrar esas necesidades humanas. Estaba recordando la última reunión en que vio a Valentina, cuando Ana entro en su cuarto. El cuarto que antes era un depósito del subterráneo como tantos otros, ahora era usado por los libertadores.
-Ana, como estas?-
-Bien, gracias a vos.-
Daniel sonrió con humildad. En realidad, había sido más un arrebato furioso que uno heroico.
-No hice nada…-comenzó a decir Daniel mientras se ponía de pie, siendo interrumpido por el beso de Ana.
En un principio, solo sintió sorpresa, luego un calor le recorrió el cuerpo, para después algo mas surgiendo y confrontando ese deseo. Los sentimientos de Daniel por Valentina y su código moral ante esta situación con una compañera.
-Ana, no… No tenés que hacer esto.-musito Daniel.
-Vos me salvaste, quiero hacerlo.-
-Estas confundiendo, no lo hice por esa razón.-
-Pero yo deseo hacerlo, no quiero que el comunismo de Valtein también nos robe el placer.-
-De que hablas?-inquirió Daniel.
-Respondeme con una mano en el corazón. Cuantas veces tuviste sexo en el tiempo que llevamos peleando?-
Daniel bajo la vista y apenas murmuro que ninguna.
-Ves? A eso me refiero. No es por retribuirte por algo o por alguna confusión sentimental, quiero hacerlo. Quiero hacerlo porque lo deseo y no me gusta que esta invasión nos robe hasta eso.-
Daniel sopeso lo que decía Ana y le hubiera gustado que fuera Valentina quien dijera eso. Ana volvió a besarlo, mientras le decía:
-No te preocupes, tengo muy claro a quien desearías acá pero solo estoy yo. Y aquí y ahora te deseo.-
Daniel observo los ojos de Ana algo espejados de emoción. Ella sentía algo por el? Y sabia que el por Valentina? Esto era algo más que sexo?
Poco a poco, Daniel cada vez se pregunto menos y se dejo hacer. Se recostaron en el catre y se fueron desnudando. Aunque Ana ya lo había desnudado al decirle que el deseaba a otra ahí. Y efectivamente, Valentina estuvo allí. Iba a consultar a Daniel sobre el próximo operativo cuando distinguió la blonda y corta cabellera de Ana. Retrocedió sobre sus talones, entre anonadada y avergonzada. Se durmió muy tarde esa noche, Daniel también, aunque Ana se fue mucho antes. Daniel se quedo pensando en lo que Ana había dicho. Esta guerra les estaba robando la intimidad; la clandestinidad, les robaba el placer. El enemigo los había llevado hasta el limite que le había quitado aquello que los hacia humanos. Valentina tuvo pensamientos similares, aunque a diferencia de Daniel, ella se sentía robada en su alma y vida. Daniel había llegado a entender eso, antes que sucediera. Ana se lo había mostrado. Todo un mundo nuevo por el que pelear.
-Ana, como estas?-
-Bien, gracias a vos.-
Daniel sonrió con humildad. En realidad, había sido más un arrebato furioso que uno heroico.
-No hice nada…-comenzó a decir Daniel mientras se ponía de pie, siendo interrumpido por el beso de Ana.
En un principio, solo sintió sorpresa, luego un calor le recorrió el cuerpo, para después algo mas surgiendo y confrontando ese deseo. Los sentimientos de Daniel por Valentina y su código moral ante esta situación con una compañera.
-Ana, no… No tenés que hacer esto.-musito Daniel.
-Vos me salvaste, quiero hacerlo.-
-Estas confundiendo, no lo hice por esa razón.-
-Pero yo deseo hacerlo, no quiero que el comunismo de Valtein también nos robe el placer.-
-De que hablas?-inquirió Daniel.
-Respondeme con una mano en el corazón. Cuantas veces tuviste sexo en el tiempo que llevamos peleando?-
Daniel bajo la vista y apenas murmuro que ninguna.
-Ves? A eso me refiero. No es por retribuirte por algo o por alguna confusión sentimental, quiero hacerlo. Quiero hacerlo porque lo deseo y no me gusta que esta invasión nos robe hasta eso.-
Daniel sopeso lo que decía Ana y le hubiera gustado que fuera Valentina quien dijera eso. Ana volvió a besarlo, mientras le decía:
-No te preocupes, tengo muy claro a quien desearías acá pero solo estoy yo. Y aquí y ahora te deseo.-
Daniel observo los ojos de Ana algo espejados de emoción. Ella sentía algo por el? Y sabia que el por Valentina? Esto era algo más que sexo?
Poco a poco, Daniel cada vez se pregunto menos y se dejo hacer. Se recostaron en el catre y se fueron desnudando. Aunque Ana ya lo había desnudado al decirle que el deseaba a otra ahí. Y efectivamente, Valentina estuvo allí. Iba a consultar a Daniel sobre el próximo operativo cuando distinguió la blonda y corta cabellera de Ana. Retrocedió sobre sus talones, entre anonadada y avergonzada. Se durmió muy tarde esa noche, Daniel también, aunque Ana se fue mucho antes. Daniel se quedo pensando en lo que Ana había dicho. Esta guerra les estaba robando la intimidad; la clandestinidad, les robaba el placer. El enemigo los había llevado hasta el limite que le había quitado aquello que los hacia humanos. Valentina tuvo pensamientos similares, aunque a diferencia de Daniel, ella se sentía robada en su alma y vida. Daniel había llegado a entender eso, antes que sucediera. Ana se lo había mostrado. Todo un mundo nuevo por el que pelear.